¿Conoces ya el mito clásico de Apolo y Dafne? A él Cupido lo hirió con el dardo que le enamoró de ella; a ella, con el que le hacía huir de él. Mientras él la perseguía, ella pidió ayuda a su padre, el río Peneo, y se empezó a convertir en un árbol, el laurel. Sus hojas desde entonces adornan la cabeza de Apolo.
Garcilaso recreó así esta historia en su soneto XIII:
A Dafne ya los brazos le crecían y en luengos ramos vueltos se mostraban; en verdes hojas vi que se tornaban los cabellos que el oro escurecían; de áspera corteza se cubrían 5 los tiernos miembros que aun bullendo estaban; los blancos pies en tierra se hincaban y en torcidas raíces se volvían. Aquel que fue la causa de tal daño, a fuerza de llorar, crecer hacía 10 este árbol, que con lágrimas regaba. ¡Oh miserable estado, oh mal tamaño, que con llorarla crezca cada día la causa y la razón por que lloraba!
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