En esta ocasión, la despedida de la promoción que se gradúa coincide con la mía propia, y esta circunstancia me ha inspirado este poema.
Con él digo adiós al Reyes, a Colombia y a los estudiantes que a partir de mañana abandonan el abrigo del colegio y salen a la intemperie del mundo.
Para ellos, para mí: suerte. Llevamos un equipaje ligero pero entrañable.
ANTESALA
No lo parece
pero la metamorfosis
comenzó.
Estamos en el mismo lugar,
acabamos un curso más
pero ya no somos los mismos.
La inminencia del fin
nos trastorna
y la piel nueva
ya asoma
bajo la que ahora
nos cubre,
que mudaremos.
Como capas de tiempo
que se van desprendiendo,
como un anillo más
en nuestro tronco.
Dentro de unos meses
ya no quedará una escama
de esta piel de ahora
y seremos otros
aunque los mismos.
Perderemos estos lugares,
estos rostros,
estas costumbres,
y a la piel nueva
la curtirán otros aires,
la tocarán otras manos,
la mirarán otros ojos.
Pero allá, en lo hondo,
quedará lo vivido,
destilando la esencia
de lo que somos.
Movimiento y quietud,
el mismo río
con distinta agua.